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¿Tu marca está lista para comunicar este 8M? Quizá debas reflexionar antes de hacerlo

  • Foto del escritor: Tania Rubio
    Tania Rubio
  • 6 mar
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 12 may



Por Tania Rubio


El 8M está a la vuelta de la esquina y se ha vuelto común ver a marcas de todo tipo sumarse a la conmemoración del Día Internacional de la Mujer a través de distintos medios y plataformas de comunicación. Esto ocurre mediante comunicados de prensa, posteos en redes sociales, eventos e incluso campañas publicitarias. Son esfuerzos que las compañías despliegan con un enfoque de género, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿debemos participar en la conversación? Y sobre todo, ¿cómo hacerlo con responsabilidad?


La comunicación corporativa o de marca debe ejecutarse con responsabilidad y contar con un sustento real en sus mensajes. De lo contrario, en lugar de honrar una lucha histórica y social en desarrollo, se corre el riesgo de incurrir en el temido purplewashing. Es fácil caer en un “falso feminismo” que, aunque cumple —por así decirlo—, con estar en la conversación, no aporta valor real y puede desvirtuar la credibilidad de la marca.


Durante mi trayectoria en el mundo de la comunicación, he aprendido que cada palabra y cada acción cuentan, y que el compromiso con la igualdad de género es mucho más que una “tendencia”, sino una necesidad ética y estratégica. Las campañas que integran un enfoque de género con autenticidad y compromiso, tienen el poder de transformar la percepción social y corporativa. No se trata únicamente de incluir imágenes o mensajes inspiradores en redes sociales, sino de abrir un diálogo honesto y profundo sobre la equidad. 


Desde mi trinchera, he observado que cuando las empresas adoptan este enfoque de forma genuina, se crean conexiones auténticas y se fortalece la confianza al interior como al exterior. Estas campañas pueden impulsar la innovación, motivar a equipos diversos y posicionar a la organización como un referente en responsabilidad social.  Sin embargo, cuando se trata de generar mensajes o narrativas tan sólo para subirse a la ola, los resultados son diametralmente opuestos.


Del purplewashing al compromiso genuino


El término purplewashing se refiere a la práctica de utilizar simbología y mensajes en apoyo a la igualdad de género —especialmente en fechas como el 8M—, sin que exista un compromiso real detrás en las políticas y acciones de la organización.


Algunas claves que he aprendido y que pueden ser valiosas para empresas y marcas incluyen:


  1. Comunica con transparencia y coherencia: Toda comunicación debe estar respaldada por acciones concretas dentro de la organización. Evita la inconsistencia entre mensaje y práctica. No basta con difundir buenos valores; es esencial que la narrativa tenga un sustento real en políticas y prácticas internas. La ausencia de reportes, indicadores de impacto o iniciativas medibles revela más preocupación por la imagen que por una transformación genuina de nuestra organización y sociedad.


  2. Combate el activismo de un sólo día: Si las acciones de equidad e inclusión solo aparecen en fechas conmemorativas y desaparecen el resto del año, es probable que estés cayendo en las redes del purplewashing. Las conversaciones que surgen de acciones reales y valores practicados de forma continua generan reconocimiento, confianza, credibilidad y reputación. No subestimemos a las audiencias: cada vez son más informadas y críticas. Un compromiso real se trabaja y comunica todos los días.


  3. Escucha activa: El diálogo es la base de cualquier campaña exitosa. Escuchar a las colaboradoras, empleadas y a la comunidad, permite identificar áreas de mejora y construir mensajes que respondan a necesidades reales. Involucrar a distintas voces dentro y fuera de la organización y aprender de ellas, diversifica la perspectiva y enriquece la historia que se quiere contar.


  4. Narrativas inclusivas: Contar historias que den voz a distintas realidades, evitando estereotipos y promoviendo la diversidad. Una narrativa bien construida y congruente puede inspirar y educar, generando un impacto positivo en la sociedad. Además, es fundamental reconocer que la lucha por la igualdad y equidad de género se cruza con otras dimensiones de diversidad, como raza, orientación sexual y clase social. Abordar estas intersecciones no solo mejora la comunicación, sino que impulsa una transformación real.


  5. Evita la apropiación y el reduccionismo:  Simplificar la lucha por la igualdad y la equidad a un mero recurso visual o una campaña de temporada trivializa la causa y resta credibilidad a la comunicación. El Día Internacional de la Mujer es una fecha de conciencia, lucha y reivindicación de derechos, no una celebración comercial. Usarla para vender productos o como una estrategia meramente de imagen resta valor al movimiento y confianza en tu marca.


Por eso antes de sumarte a la conversación como marca o empresa, te pido que te formules la siguiente pregunta… ¿Nos sumamos al 8M porque realmente creemos y apoyamos la causa o porque queremos vender y autopromocionarnos? Si la respuesta es lo segundo, es mejor replantear la estrategia. La autenticidad y la coherencia son esenciales para no caer en el oportunismo y, en cambio, construir conexiones reales.


A corto plazo, el “feminismo de temporada” puede parecer atractivo, pero a largo plazo resulta contraproducente. La comunicación es una de las pocas industrias con una gran participación de profesionales mujeres, por lo que debemos ejercerla con sensibilidad y congruencia. Como comunicadores, seamos responsables y demostremos que el cambio real comienza con una comunicación honesta y comprometida. Solo así podremos convertir el 8M en una conmemoración donde cada historia, mensaje y acción aporten valor real y visibilidad para cerrar la brecha de género y construir una sociedad más justa, incluyente y equitativa.

 
 
 

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